miércoles, 17 de octubre de 2007

El calvo

Estaba condenado, tal y como advertía su amenaza, a matar a aquel miserable al que estaba picoteando los pies. Empecé con el cráneo, él me intentó espantar, pude incluso oler un instinto suyo de matarme, pero ambos sabíamos que la puta bruja ya lo había decidido: él era la víctima y yo el asesino, esclavo de la fuerza bestial de ese bicho voraz en que me había convertido. Después de desgarrarle los zapatos y las medias, continué con sus pies hasta hacerlos pedazos. Conseguí, en un fútil intento de ganar tiempo, alzar el vuelo entre los ataques, pero nunca logré apartarme de él, tan solo moverme en círculos sobre su estúpida calva, hasta que la atracción volvía a dominarme. No sé de dónde salió un tipo con el que el calvo se puso a hablar, pero hallé que no podía comprender su lenguaje a causa de mi nueva condición. No era un simple estado de hipnosis, yo era ese bicho poderoso, presentía que, de algún modo, siempre lo había sido, y mi anterior humanidad no impedía que sintiera náuseas al verles hablar. Fingí comprender esos sonidos, tenues, casi pastosos, hasta que el otro hombre se fue. Sólo entonces sentí asco de mí mismo: Quería devorar a ese engendro flacucho; emitía un hedor ácido e intenso que excitaba más aún ese deseo. Volé un poco más lejos, retrocedí para alcanzar el impulso óptimo, y, como un atleta que arroja la jabalina, encajé mi pico en su boca, profundamente. Cayó de espaldas, exhalando un grito ahogado que parecía, más que de dolor, de liberación. Hija de puta, pensé. En el calor de su sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, saciado y satisfecho, me abandoné.

1 comentario:

hf dijo...

Puros halagos: cómo te refieres al lenguaje de la conversación y cómo lo percibe el buitre es mi parte preferida del relato "sonidos pastosos" en los oídos de un buitre que finge comprender, me encanta. Luego una pregunta: ¿"hija de puta" va dirigida a la bruja? lf.